Durante muchos años, la odontología ha estado dominada por la figura masculina. O, al menos, el papel de la mujer había quedado relegado a un segundo plano, en tareas auxiliares y de poco valor añadido. Afortunadamente, con el paso del tiempo, las cosas han cambiado, y la balanza tiende a equilibrarse. En Oris, por ejemplo, hay una mayoría femenina (somos actualmente 17 mujeres), quienes asumen tareas de responsabilidad y valor. Odontología con voz de mujer.
Un camino largo y difícil
Pero, como decíamos, la mujer no lo ha tenido fácil en el campo de la odontología (ni en otros campos, es cierto). El camino ha sido largo y difícil. Sin embargo, a lo largo de la historia, ha habido pequeños hitos que nos han llevado hasta donde estamos ahora.
Las primeras odontólogas catalanas siguieron los pasos de sus colegas españolas, europeas y norteamericanas, en muchos casos, y empezaron a destacar y sobresalir en un ámbito dominado principalmente por hombres. Aunque no hay tantas referencias documentadas como nos gustaría, podemos destacar algunas figuras importantes en la historia de las mujeres en la odontología en Cataluña.
La revolución social, cultural, política, económica de finales del siglo XIX marca también un punto de inflexión en el campo de la odontología. Aunque hay documentación que expone casos de mujeres que ejercían la profesión anteriormente, no fue hasta el año 1883 que la situación se institucionalizó. Gracias a un real decreto del Ministerio de Fomento español, las mujeres fueron autorizadas a ejercer la profesión de cirujana dentista.
Primeras odontólogas
En Cataluña, la primera representante documentada fue Maria Ferrer Calbet, que obtuvo el título oficial en el año 1896 en la ciudad de Barcelona, aunque desarrolló buena parte de su tarea profesional en Madrid. Sin embargo, la profesión aún era eminentemente masculina, así como los colegios. Una buena prueba de ello es que, en la documentación referente a publicaciones, asistencia a congresos y simposios o libros, el papel de la mujer es prácticamente inexistente.
Otra de las figuras clave, y que a menudo ha sido considerada como la primera odontóloga oficial, fue Maria Montull i Rosell, que obtuvo el título en el año 1917 (después de hacer tres cursos en Barcelona y dos en Madrid). La importancia de Montull se explica por el hecho de que, con sólo veinte años, montó su primera consulta en la ciudad de Lleida (donde su padre era un prestigioso odontólogo y profesor). Y también porque desarrolló su carrera profesional durante más de 40 años.
Sin embargo, los datos del antiguo Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Cataluña aportados por un estudio de Josep Maria Ustrell i Torrent revelan algunos nombres a lo largo de los años: Francesca Espinell (colegiada 77), Maria Ferrer Calbet (colegiada 52), Maria del Pilar Folch (colegiada 169), Rosa Poy Martí (colegiada 72 y miembro de la Comisión de Cultura e Higiene en el año 1931) o Clara Rosas Gómez de Sola (colegiada 208, que en 1914 participó en el VII Congreso Nacional de Odontología).
Mirando hacia el futuro
Aunque la presencia de la mujer en el mundo de la odontología ha sido fluctuante (y se tienen más bien pocos datos), es evidente que jugaron un papel crucial en el desarrollo de la profesión y abrieron el camino para las futuras generaciones de mujeres odontólogas en Cataluña. Su legado sigue siendo un ejemplo de determinación y excelencia profesional en el campo de la odontología. Por ello podemos decir que, actualmente, la odontología tiene voz de mujer.
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